domingo, 25 de julio de 2010

FRANCIA Y LA GUERRA CIVIL EN URUGUAY

EL IMAGINARIO LATINOAMERICANO
Mesa redonda dirigida por:
Rocío Durán-Barba,
con la participación de:
Silvia Costanzo, Duván López,
Isabel Soto, Luís Mizón



TRES SIGLOS DE HISTORIA COMUN

FRANCIA Y LA GUERRA CIVIL EN URUGUAY


Isabel Soto
Philamerica



El 8 de octubre de 1964, siendo muy joven, quedé impresionada por el fervor del pueblo uruguayo durante la visita oficial a Montevideo del presidente francés Gral. De Gaulle. Todavía hoy conservo el pequeño disco que nos distribuyeron cantando la Marsellesa. Más tarde, viviendo ya en Francia, me sorprendió constatar que al principio de cada uno de sus mandatos, los presidentes franceses François Mitterrand y Jacques Chirac, tal vez sintiéndose obligados, fueron en visita de estado al Uruguay.
Esto estimuló mi interés, naturalmente, en buscar el cómo y el porqué de esta relación privilegiada entre Francia y Uruguay, de la cual presentía la intensidad sin conocer los orígenes históricos y politicos. De niña, recuerdo haber escuchado a mis padres contarme la expulsión del embajador francés del régimen de Vichy, el 25 de agosto de 1944, día de la conmemoración de la independencia nacional del Uruguay, y cómo el tradicional desfile patriótico se transformó en una manifestación frente a la embajada de Francia, donde el pueblo uruguayo cantó la Marsellesa junto con el himno nacional, y la posterior declaración de la misma Embajada como "territorio libre francés", exigiendo asimismo que Emmanuel Lancial, emisario de De Gaulle, se convirtiera en el embajador de Francia.
Mi interés se transformó en búsqueda e investigación, lo que me llevó a consultar los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores francés, así como numerosos documentos y manuscritos de la época, conservados en la biblioteca del Senado y la Biblioteca Nacional de Francia (en Richelieu). Pude constatar, entonces, la existencia de fuertes relaciones afectivas y políticas entre los dos países. Y que muchos hombres de estado, de primer rango, habitaron, amaron y celebraron la ciudad de Montevideo; personajes como Giuseppe Garibaldi, Mastai-Ferretti (el futuro Pío Nono), el conde Alexandre Walewski (hijo de Napoléon Bonaparte y Marie Walewska, futuro Ministro de Relaciones Exteriores de Francia) y otros.
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En el siglo XIX, Francia necesita influir económica y diplomá-ticamente en América Latina, y es en Uruguay que logra establecer su base avanzada.
La presencia francesa en Uruguay es antigua, desde antes de la fundación de la capital, Montevideo. Los primeros franceses llegaron a bordo del Saint-Jean Baptiste, en octubre/noviembre de 1708. La instalación de los mismos en la bahía de Montevideo, y las numerosas incursiones portuguesas, obligaron a la Corona española a fundar Montevideo, hecho que ocurrió el 24 de diciembre de 1726, y a poblarla con familias provenientes de las Islas Canarias y algunos elementos militares de Buenos Aires. Entre los fundadores de Montevideo, se encontraba Jean Baptiste Callo, nacido en Nantes, con su mujer y dos hijos. La Corona española tolera el envío de científicos franceses, como Auguste de Saint Hilaire y Aimé Bonpland, únicos extranjeros aceptados en el territorio, a fin de estudiar la fauna y la flora locales. Por otra parte, las primeras cartas de navegación uruguayas, y las primeros mapas costeros fueron realizadas por franceses. Luego de la caída del Primer Imperio francés, Uruguay fue tierra de exilio para los partisanos de Napoléon, lo que renforzó los lazos entre los dos países.


Uruguay, como otros territorios latino-americanos, fue el teatro de las rivalidades franco-británicas. Los ingleses promo-vieron la creación, desde 1825 en La Revue Britannique, de una nueva República que debería permitir la navegación fluvial sin restricciones. El Foreign Office consideraba entonces que Montevideo independiente, podría convertirse en una ciudad hanséatica en América del Sur (siendo el mejor puerto natural del sur del continente). Interviniendo directamente durante la guerra entre Brasil y Argentina, lord Ponsomby obtuvo la independencia de Uruguay, gracias al apoyo del comandante Brown y de lord Cochrane, quienes proporcionaron armas y municiones. El 4 de octubre de 1828, Brasil y Argentina acordaron, bajo la garantía de Inglaterra, la independencia del Uruguay a través de un tratado, instituyendo la libre navegación en el Río de la Plata. Mientras tanto los franceses buscaron preservar entonces sus influencias y sus intereses locales: la Asamblea Constituyente uruguaya eligió al francés Rondeau como Gobernador Provisorio, elección que casi provoca una guerra civil y una nueva intervención brasileña.
Luego de la declaración de la independencia, en 1830, el primer tratado de inmigración internacional fue firmado con Francia en 1834. La inmigración francesa fue superior a la española y a la italiana (de 1835 a 1842, de 32.934 inmigrantes, 17.765 fueron franceses, 8281 españoles y 7894 sardos). En el curso del siglo XIX, un tercio de la población residente en Uruguay era de origen francés.
La presencia francesa fue activa en la vida cotidiana del Uruguay en el siglo XIX. La primera Cámara de Comercio francesa en el mundo fue la franco- uruguaya. Los hoteles eran franceses, así como los almaceneros o los licoristas (vendedores de vinos y alcoholes); los cafés, los restoranes, las confiterías y las panaderías, preparaban el famoso "biscuit Napoléon", que comía de niña en Montevideo, en la panadería que por entonces estaba ubicada en la esquina de las calles Juan Paulier y Durazno; también las grandes tiendas como "Au Bon Marché", las modistas, sastres, zapateros/bottiers, peluqueros y horticultores. Varios periódicos franceses aparecieron por aquella época: Le patriote français, editado durante siete años, fue uno de los más leídos de América (antes que el semanario Marcha!), y el portavoz de los intereses franceses. Una sección de este periódico llamada "L'Almanach" recordaba los principales hechos de la Revolución y las campañas napoleónicas.
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Los franceses juegan un rol decisivo en el inicio y la conducción de la gran guerra civil en Uruguay (1834-1851). Dos hechos históricos son al origen de la guerra, por un lado, la política de independencia nacional del presidente Oribe (descendiente de la familia del Cid Campeador y de Alfonso VI); por otro, las rivalidades entre Francia y Juan Manuel de Rosas, el gobernador de la provincia de Buenos Aires.
En 1830, el general Rivera -luego de un acuerdo con el general Lavalleja- es elegido presidente de la República Oriental del Uruguay. En 1832 tiene lugar la primera insurrección de Lavalleja, y el gobierno pide protección y ayuda a James Bond, cónsul del gobierno de los Estados Unidos. Éste hace desembarcar cincuenta hombres de la dotación del Enterprize para defender los edificios de la Aduana, mientras que los ingleses protegen la Casa de Gobierno.
El sobrino del Gral. Rivera, Bernabé, hijo de un francés, comete entonces el genocidio de los indios; las mujeres son vendidas como sirvientas a la rica población de Montevideo, y « los cuatro últimos charrúas" (un cacique, su mujer, un chamán y un guerrero) a un director de escuela francés. Y llegan a París como "trabajadores emigrantes", para ser presentados en un zoo humano.
En 1834, el general Manuel Oribe sucede a Rivera como presidente del Uruguay. Oribe sigue una política internacional independiente, que molesta los intereses europeos (ingleses y franceses) y brasileños. Toma medidas de apremio hacia los unitarios (argentinos opositores a Rosas) exiliados en Montevideo, se enemista con los monarquistas de Río de Janeiro y los republicanos de Piratinhi; aunque pretende conservar la neutralidad tanto del lado argentino como del brasileño, lo que le vale la hostilidad de las dos partes. Así, acabó por pedir a Río de Janeiro, la fijación de los limites entre Uruguay y Brasil, para lograr una Convencion de Paz definitiva, pero su pedido queda sin respuesta. En julio de 1836, intenta llevar adelante una investigación sobre las malversaciones de la administración de Rivera, que responde con una revuelta, que es liquidada en la batalla librada en la localidad de Carpintería en 1836.
A poco de aparecer los primeros disensos entre Buenos Aires y Francia, en 1829, la flota francesa ataca un buque argentino para liberar dos ciudadanos franceses que estaban presos por delitos de derecho común. Más tarde, en diciembre de 1831, se producen nuevos ataques contra la flota de Rosas. Y ya en marzo de 1838, y como represalia, el cónsul francés es expulsado de Argentina por Rosas. El almirante Leblanc decreta, entonces, el bloqueo de Buenos Aires, y pide utilizar el puerto de Montevideo. Pero Oribe, fiel a su concepción de la neutralidad, no lo acepta. A partir de entonces, Leblanc comienza a colaborar con el rival de Oribe, el ex-presidente Rivera, proveyéndole de municiones; mientras, por su parte, Aimé Roger, cónsul francés en Montevideo, le entrega dinero, que más tarde tuvo que ser rembolsado a Francia. En octubre de 1838, Manuel Oribe es obligado a dimitir, y en su postrer declaración se queja de la ayuda y el apoyo francés a Rivera. Oribe acompañado de 300 soldados, sus ministros y colaboradores, no tuvieron otro remedio que seguir el camino del exilio a Buenos Aires, donde Juan Manuel de Rosas lo recibe con los honores correspondientes a un Presidente.
Hood, cónsul de Inglaterra, escribe entonces: "El gobierno legal de Montevido ha sido destruido, y el general Rivera, jefe de la rebelión, ha sido puesto en el poder por las autoridades francesas". El almirante Leblanc, en su diario de a bordo, relató: "Él (Rivera) me ha recibido con una gran coordialidad, y me agradeció por los servicios que yo le he prestado, declarando que gracias a esto él ha podido entrar en Montevideo, y como testimonio de su reconocimiento y de su franca amistad por mí, me ha dado un abrazo y me besó a la francesa".
Oribe, después de haber vencido a los enemigos de Rosas en Argentina, se lanza a la reconquista del Uruguay. El 6 de diciembre de 1842, después de la victoria de Arroyo Grande, hace degollar a todos los jefes riveristas hechos prisioneros; luego, comienza el sitio a Montevideo con las tropas argentinas. Es a partir de este sitio que nacen los dos partidos politicos tradicionales en Uruguay: "blancos y colorados". El sitio, que comienza el 16 de febrero de 1843 con veintiún cañonazos desde lo alto del "Cerrito de la Victoria", persiste hasta el 8 octubre de 1851. Oribe creía que el sitio sería breve, pero no fue así. Sus fuerzas estaban compuestas por los «blancos» (partisanos orientales), "federales" (rosistas defensores de un américanismo a ultranza) y de inmigrantes vascos y españoles carlistas. Durante nueve años, la ciudad es cortada del resto del país. Los primeros meses del sitio numerosas familias parten a vivir en el "Cerrito" constituyendo un barrio-cuartel civil, y las familias riveristas de la campaña van a refugiarse en la capital. Por otra parte, el bloqueo hace de Montevideo una ciudad cosmopolita, donde se amontonan los inmigrantes venidos de Europa para instalarse en América Latina, (esto explicaría el porqué a comienzo de los años de 1970, las primeras investigaciones sobre el ADN de los uruguayos mostran que nuestros orígenes eran menos españoles o italianos de lo que nosotros pensábamos).
La organización de "la Defensa" de Montevideo es puesta bajo la autoridad del general Paz. Éste comanda los grupos españoles anti-carlistas, las legiones sardas republicanas que tuvieron por jefe al coronel-almirante Garibaldi, las legiones francesas liberales y bonapartistas dirigidas por el coronel Jean Thiébaut, así como la legión vasco-francesa anti-clérical, los franc-masones, los revolucionarios de 1789 y los admiradores de Napoléon, mandadas por el coronel Brie. Rivera controla la campaña detrás de las líneas oribistas con una caballería formada con gauchos, y batallones de negros, oportunamente liberados de la esclavitud a cambio de su ayuda.
Los ingleses y los franceses aprovechan la guerra civil que ellos mismos habían contribuído a iniciar para enviar una flota mercante de 90 navíos hacia el Paraguay. La conquista de nuevos mercados está en el corazón del empeño puesto por los europeos en la región. Esta flota mercante, dirigida por Garibaldi, triunfa, el 20 de noviembre de 1845 en la batalla de Obligado, contra Rosas y el comandante Brown. Es célebre en los anales de la marina de guerra mundial, porque reveló la superioridad de los navíos a vapor sobre los veleros. Sin embargo, esta estrategia de conquista comercial choca ante la solidaridad entre latinoamericanos (los enemigos de Rosas, por ejemplo, rechazan la compra de mercaderías europeas).
Los episodios de la guerra civil uruguaya son dados a conocer en Francia por la prensa bajo el nombre de la "Question de la Plata", y por la novela de Alejandro Dumas La nouvelle Troie, escrita por el ex-ministro de Guerra uruguayo Melchor Pacheco y Obes, embajador del Uruguay en Francia, quien fue su "nègre" para dicha novela. La suerte de Montevideo y de su población francesa, fue de 1838 a 1852, una de las preocupaciones mayores de la política francesa. La gran prensa parisina de la época polemizó sobre la "Question de la Plata", y podemos hoy consultar los discursos de todos los grandes oradores de la época: Guizot, Thiers, Lamartine, Tocqueville, en la Cámara de diputados bajo Louis Philippe, así como en los discursos de Louis- Napoléon, príncipe-presidente. Según Chevalier de St-Robert :"desde el punto de vista comercial y marítimo, Montevideo valía más para Francia que todas sus colonias reunidas. Antes de la guerra, la población francesa llegaba a 25.000 almas, (un tercio del total de todos los habitantes) y el comercio francés había aumentado en diez años en un elocuente 375%. En el mes de setiembre de 1842, en el puerto de Montevideo se vieron hasta 116 navios franceses».
Como la remontada del Paraná no había dado los resultados comerciales esperados, en gran parte porque los mismos enemigos de Rosas no habían aceptado el pasaje en fuerza de la flota anglo-francesa, los franceses y los ingleses se vieron obligados a negociar la libre navegación con Rosas. En 1847, del 5 de mayo al 4 de agosto, dos nuevos ministros llegaron al Río de la Plata, lord Howden enviado por lord Palmerston, y el conde Walewski, hijo de Napoléon y Marie Walewska, enviado por el primer ministro Guizot. Este importante movimiento diplomático, consular, naval y mundano, fue decidido por el rey Louis Philippe para calmar a los franceses de Montevideoy y, a su vez, tratar de salvaguardar la independencia de Uruguay y de restablecer la paz en los países del Plata. En el medio de la bahía de Montevideo, había un bosque de mástiles y velas enarbolando los pabellones de todas las nacionalidades: 9 españoles, 7 ingleses, 6 franceses, 6 americanos del norte, 11 brasileños, 11 sardos, y varios navíos daneses, de Brémen, Hamburgo, Holanda y Suecia. El conde Walewski se instaló en el 275 de la calle Buenos Aires, en el corazón de la ciudad vieja de Montevideo, donde residía el consulado de Francia. Y pronto se volvió el punto de mira y esperanza de toda la ciudad, los antiguos soldados de su padre hicieron manifestaciones delante de su puerta, con las banderas napoleónicas. El 25 de junio de 1847, a pedido de los legionarios, Garibaldi fue nombrado jefe de todas las tropas, incluso los nacionales y los esclavos liberados, quienes más tarde lo acompañaron en Italia para realizar la Unidad italiana. Para vestir a sus tropas, Garibaldi utilizó un tejido rojo destinado a los mataderos de Buenos Aires (de allí vienen las famosas «camisas rojas» de las tropas de garibaldinas).
El 17 de julio, el gobierno nacionaliza su ejército extranjero y forma el batallón de la Constitución, con oficiales sin tropas, nombrados entre sus funcionaros civiles. Walewski aconseja a los tres jefes extranjeros de ser prudentes, para no acreditar los rumores que corrían, mismo en Europa, según los cuales Montevideo está en manos de los europeos. Walewski se entera que su llegada al consulado francés es interpretada como una medida preparatoria para la paz a cualquier precio, al reconocimiento de Oribe como presidente y a su entrada en la ciudad sitiada. El 30 de junio de 1847, las múltiples conferencias terminan con la ruptura de negociaciones con Rosas. El levantamiento del bloqueo franco-inglés es decidido por Howden. Después de la ruptura de negociaciones con Rosas, Walewski rechaza irse de Montevideo, y propone un plan de intervención militar (similar a los de su padre) que le envia a Guizot, a quien escribe: "...No quedan más que dos determinaciones a adoptar: retirarse renunciando por largo tiempo a toda influencia y a toda consideración en América del Sur, o bien emplear las vías coercitivas". El 3 de agosto, Walewski hace los saludos de rigor al gobierno de "la Defensa", sin despedirse de Oribe; parte el 4 de agosto y llega a Toulon el 28 de setiembre.
La partida del conde Walewski marca el fracaso de una diplomacia, de influencia francesa, en Uruguay y en toda América del Sur. Sólo la cultura, y los ideales de la Revolución, conservan todavía el prestigio de Francia.
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Los siguientes gobiernos -del partido de "la Defensa"- a pesar del abandono francés en el siglo XIX, toman partido por Francia durante las dos guerras mundiales del siglo XX, obviando su enunciada neutralidad.
Durante la primera guerra mundial, en 1915, el gobierno uruguayo decreta el 14 de julio "Journée de l'Humanité", y organiza una colecta para la Cruz Roja de los Aliados.
En diciembre de 1918, por decreto, el gobierno de Baltasar Brum decide lanzar un empréstito para suscribir las obligaciones emitidas por Francia durante la guerra. El Banco de la República Oriental del Uruguay adelanta al gobierno de la República francesa la suma de 15 millones de "pesos oro" (equivalente hoy a varios millones de euros). Y por otra parte, Uruguay envía a Francia en alimentos, cueros, material de hospital, etc. En 1920, la deuda es condonada para ayudar a Francia a restablecerse.
Durante la segunda guerra mundial, el episodio del acorazado Admiral Graf Spee alemán marca el compromiso del Uruguay en el campo de los Alliados. Este buque, averiado, encuentra refugio en el puerto de Montevideo, en virtud de la neutralidad uruguaya, pero a pedido del embajador inglés, se le obliga a dejar el puerto y salir al Rio de la Plata, donde lo esperan tres cruceros ingleses, Achile, Ajax y Exeter, que lo hunden. Siendo niña, recuerdo que todavía se veían desde la playa los restos del Graf Spee.
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Es a la luz de estos tres siglos de relaciones franco-uruguayas, que aparece en todo su sentido la expulsión del embajador de Vichy el 25 de agosto de 1944.
Para concluir, quisiera remarcar el impacto de estas relaciones sobre los equilibrios políticos en Europa durante la segunda mitad del siglo XIX. Tres personajes históricos europeos se encontraron en Montevideo, en el momento de la gran guerra civil. El conde Walewski, futuro ministro de Relaciones exteriores de Napoléon III, Giuseppe Garibaldi, quien hizo la Unidad italiana, y su hijo Menotti nacido en Uruguay, y finalmente, Mastai-Ferretti futuro papa Pio IX, cuyas ideas liberales suscitaron un enorme entusiasmo en Europa.
La guerra civil nació de las luchas de influencia entre las potencias europeas para conquistar los mercados sudamericanos, pero a su vez, como retorno no esperado, los ideales, las culturas políticas y las decepciones que ella suscitó, contribuyeron a la expansión de los movimientos nacionalistas en Europa.
París, 6 de mayo, 2010.





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